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viernes, 14 de abril de 2017

Mirar atrás y por fin sonreír

Es 14 de abril, fecha con historia donde las haya. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República, hecho especialmente rememorado por las redes entre los partidarios de una república, entre los que me encuentro.
Pero no, no voy a escribir ni de aquella república, ni de la futura república, ni de nada parecido, voy a escribir de algo que también ocurrió ese 14 de abril de 1931, el nacimiento de mi madre.
Pues sí, todos los días de mi vida tengo un recuerdo para ella, pero el día de su aniversario más si cabe. Ese día nació mi madre, nació un ángel, porque eso era ella.
Un 29 de noviembre de 2000 nos la arrancó prematuramente esa terrible enfermedad llamada cáncer, y desde entonces un hueco ha quedado entre todos. El dolor dejó una herida muy difícil de curar para mi, tanto que no podía mirar una foto de ella sin llorar. Fue un camino duro, no estaba preparado para esa pérdida, y eso me cambió. No sé si para mejor o para peor, pero indudablemente me cambió.
El paso del tiempo todo lo cura, y entre eso y que el fallecimiento de mi padre si me permitió una despedida completa he conseguido mirar atrás y recordar los momentos felices de mi infancia al lado de mi madre.
Mi padre era un hombre admirable, inteligente, sabio, ocurrente, pero mi madre era la bondad personificada. Tuve la suerte de ser el pequeño y poder gozar de todos sus mimos en mi infancia y juventud. Quizás ese hecho provocó que su ausencia me provocara un enorme desamparo.
Lo realmente cierto es que por fin soy capaz de mirar atrás y sonreír pensando en que soy un privilegiado por haber tenido unos padres maravillosos que me supieron inculcar todos sus principios y por fin soy capaz de poder escribir unas líneas pensando en ella.
Espero que estén donde estén también sonrían como lo hago yo al pensar en ellos.